Buenos días a tod@s!!
Estos últimos días, le he estado dando vueltas a una idea que me surgió la semana pasada, y hoy he decidido llevarla a cabo.
La idea consiste en que todas las semanas voy a hacer una entrada con una poesía que me guste, haciendo una breve referencia al autor de la misma, para que todos vosotros podáis ir conociendo (muchos conoceréis a la mayor parte de los autores que iré colgando) y degustando distintos poemas, que desde mi punto de vista son maravillosos.
Inicio este "apartado" del blog, con una poesía de Jose Espronceda. El motivo de mi elección es que se trata de la primera poesía que me aprendí de pequeña, y que me encantaba en su momento y me sigue encantando porque es narrada por un pirata. ¡A qué niño no le gustan los piratas!
Cuando nos íbamos de vacaciones a Sevilla (mi madre es de allí y solíamos ir en Semana Santa), mi hermana y yo la repetíamos junto con mi madre y mi tía de forma incansable en el asiento de atrás del coche, hasta que conseguimos aprendérnosla. De todas formas tengo que reconocer que a día de hoy se me ha olvidado parte de la misma, y por eso será la primera que podáis disfrutar, a ver si poniéndola en el blog, me vuelve a la memoria.
"Canción del pirata"
Con diez cañones por banda
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman
Bajel pirata que llaman
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.
"Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado, arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
JOSE DE ESPRONCEDA
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.
"Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado, arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
JOSE DE ESPRONCEDA
AUTOR
José de Espronceda nació el 25 de marzo de 1808 en Pajares de la Vega, pueblo perteneciente a la Comunidad Autónoma de Extremadura. La situación bélica desatada por la invasión del ejército francés al mando de Napoleón en el mismo año de su nacimiento, hizo que fuese testigo de todas las inmundicias producidas de una guerra, que empañaron sus ojos infantiles.
En 1820 su familia compuesta por sus padres, Juan José Camilo de Espronceda y Pimentel y María del Carmen Delgado y Lara, y tres hermanos más, se trasladó a Madrid. Le fue concedida una plaza en la Academia de Artillería de Segovia, que nunca llegó a ocupar, debido a que estudiaba humanidades en la escuela de San Mateo, bajo la dirección de Alberto Lista, gran poeta romántico, que probablemente influyó en su decisión de estudiar letras y su inclinación a la ideología liberal.
Siendo muy joven, tan sólo con 15 años, fundó junto con otros jóvenes una sociedad masónico-patriótica llamada "Los Numantinos", de la cual fue presidente.Cuando el régimen absolutista de Fernando VIII se enteró de la existencia de dicha sociedad, ordenó la encarcelación de todos sus miembros. Espronceda fue condenado a cinco años de reclusión en una prisión de Guadalajara, pero debido a la intervención de su padre, en pocas semanas lo liberaron.
En 1826 emigró a Lisboa donde conoció a Teresa Mancha. Posteriormente el poeta viajó a Inglaterra, Holanda y finalmente a París, donde probablemente combatió en la barricadas de la revolución de julio de 1830, uno de cuyos triunfos fue derrocar a la monarquía de los Borbones.
Posteriormente, trató de volver a España con una columna de liberales al mando de "Chapalangarra". Sin embargo, su intento de volver a España falló y volvió a París, desde donde posteriormente viajó a Londres.
En Londres vivía la familia Mancha, y la situación de estrechez había conducido a Teresa a casarse con el rico comerciante Gregorio del Bayo. Tras la llegada de Espronceda a la ciudad y el reencuentro entre ambos, el amor vivido en Lisboa volvió a aflorar haciendo que naciese la idea de fugarse juntos. Fue en Paris donde Teresa abandonó a su esposo, y huyó con su amante.
En 1833, acogiéndose a la amnistía concedida a los liberales exiliados, Teresa y Espronceda volvieron a España, y vivieron en Madrid. Sin embargo, el carácter fuerte de Espronceda y la actitud caprichosa de Teresa, hizo que el matrimonio se rompiese tras la huída de ella con un amante a Valencia. A pesar de que Espronceda la fue a buscar la reconciliación duró poco. Por su parte, Espronceda volvió a ser perseguido por sus ideales, por lo que tuvo que refugiarse en casa de un amigo.
Teresa falleció en 1839 tras contraer la tuberculosis, y fue enterrada en Madrid de limosna.
Espronceda ingresó en el Cuerpo de Guardias de Corps, pero fue expulsado a Cuéllar tras la publicación de una obra liberal-patrótica. En este pueblo procedió a la elaboración de su única obra novelada "Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar".
Volvió a Madrid donde fundó diversos periódicos de tendencia liberal. Posteriormente, fue enviado a la embajada española en Holanda. En 1841 volvió de este país para ocupar el cargo de diputado por la provincia de Almería.
El 25 de mayo de 1842 falleció a la edad de 34 años como consecuencia de una difteria a la laringe.
Espero que esta entrada os haya resultado interesante, y que os guste la idea que he tenido.
Muchos besos!!
Qué casualidad! También es la primera poesía que yo aprendí!
ResponderEliminarMi padre me mareaba mucho con los dos o tres versos que sabía; no paraba de recitármelos y a mí me daba mucha rabia. Pero un día, en el colegio, la teníamos y me la aprendí entera así que cuando mi padre decía los versos que sabía, yo continuaba hasta el final. Así conseguí que dejara de marearme, ja, ja.
Pues la verdad es que sí que es una casualidad!! ejej y al final, ¿conseguiste que se la aprendiera el entera?
ResponderEliminarTambién fue mi primera poesía en el cole, al menos, la primera que recuerdo. ¡Qué tiempos!
ResponderEliminarLa verdad es que sí. Quién pudiera volver a ellos!! jeje Besitos
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